miércoles, 10 de febrero de 2010

multiple choice


Verdadero –falso son dos casillas vacías.

En una se colocará una cruz, que asentirá o que negará un enunciado.

Se usa por lo general en los exámenes.

Sin casillas impresas y sin cruz se usa todo el tiempo mientras vivas.

Un educador miente para ver si su estudiante le miente .

No le pide que le lance certezas, con una pregunta a la que la respuesta hará honor y la cerrará en un todo, con la valentía y la honestidad de quien se somete al saber concienzudo ; sino que lo inicia en los laberintos del azar y le tienta a la mentira no enunciada, no creada, no susurrante y confusa , para cubrirse de su estado de duda eterna.

Lo sincero del método es que aunque todos , inclusive el maestro, sabemos que la consigna correcta es decir siempre la verdad , el maestro miente a veces y cree hacerlo con una causa nobilísima : comprobar que la enseñanza brindada ha sido bien recibida.

Para atajar la ventaja que dan las estadísticas , que siempre en su destino de justicia tenderán al fifti-fifti, el astuto maestro penaliza a la respuesta errónea con doble falta.

De alguna manera hace coercitivo el juego de azar y lo desmoraliza, haciendo creer al estudiante que será mejor confesar que no sabe, a la guapeza animal del apentein sembrei,tucuman lenyí,mamemi suquí ,tururú cachei con el que se escoje el lugar de la equis.

Desconoce así por un instante, que demasiado tentador es el sabor del azar ,del pecado y de la adrenalina y que lo traemos desde el nacimiento.

Aparece un examen de estos en cualquier momento a cualquiera de nosotros.

Llegada la maldita prueba a Galileo

descubrió su pasión por la morocha en ese instante ,pero se decidió por el casillero peligroso de no dejar a la Princesa.

Sumiéndola así más en la traición anestesiada de la mentira en cuotas, que en la angustia dolorosa de la verdad al contado.

Se creyó capaz de soportarlo y de esconderlo pero Morales y Cortez aparecieron torpemente haciendo ruido,pateando latas.

Confesó para callarlos.

Las equis saltaban en los casilleros y se retorcían de risa.

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