lunes, 1 de febrero de 2010

Dolores Morales

Algunos de los sobrevivientes saben que no miento al afirmar que hubo un tiempo en donde Internet no existía.

Apenas empezaban a ocupar un pequeño espacio las computadoras ,que asustaban con letras color ambar en algunos casos y con pantallas muy azules en otros.

Yo se que suena increible,pero ,por dios os juro,que asi era,y que la raza humana lograba subsistencia.

Por ese entonces habían aparecido unos aparatejos de nombre irrecordable que se aseguraba podían poner en contacto a dos seres ,sin importar las distancias, omitiendo al correo tradicional y sus demoras y sin necesitar la simultaneidad horaria de los comunicandos como en el teléfono.

Tan novedoso era el aparato que se carecía de soporte y de usuarios.

Hasta que apareció ese cartelito en una pared,buscando poseedores de dicho artefacto.

Una reunión se organizaría en ese antiguo teatro de butacas art decó del edificio de Estudios Geológicos.

Yo,miraba mucho las butacas de madera,con base de hierro fundido,el piso de entablonado,el telón de terciopelo carmesí, lo miraba a todo en derredor ensimismada porque no entendía nada de lo que hablaba el hombre que habitaba esa hora en el escenario.

Habló durante un tiempo de cosas ininteligibles ,en donde se suponía que el aparato era el protagonista,junto con unos españoles que habían llegado para asistirlos en la creación de un “nodo”(palabra que recuerdo vaya a saber porque oscuro mecanismo cerebral), del nombre de l observatorio Pierre Augier y nada más.

Lo demás era un bla bla, ruidoso y desconocido que me hacía concentrar con más devoción en las molduras de los techos que en las protestas de una ocasional mujer que me servía de acompañante para el evento,por conocernos escuetamente y porque también era una poseedora del artilugio.

Cuando al fin, todos los asistentes se levantaron y empezaron a salir, esperando el hueco de la fila para insertarme, una voz comentó claramente “ ¿y el animal?”…(1)

Cierto,le dije a mi compañera,mirándola fijamente, de la vaca nunca se dijo nada entendible.

Ella me miró con ese gesto común que corresponde a “no escuche´bien lo que me dijiste”

Nos saludamos y para mí el trámite de la reunión se dio por terminado.


(1) se alude a una parte de una obra de Les Luthiers ,en donde se enfrentan dos payadores con la consigna de una payada sobre la vaca,uno de ellos olvida nombrarla,el otro payador entonces le pregunta por el animal.

Vale como comentario de que nunca se nombró el modem y se hablaba con cantinflismos de él

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