miércoles, 24 de marzo de 2010

a los 9


¿Qué nos hizo tan vulnerables?

Yo creo que seguimos siendo básicamente lo que éramos a los 9 años.

Lo que empeoramos es a veces el mismo item que tratamos de corregir.

Lo vamos gritando en entrelíneas , más fuerte mientras más negado sea y gritamos más fuerte a medida que queremos negar más.

Teníamos casi todos 9 años ,un poco más o un poco menos.

Galileo estaba volviendo de Alemania.

La madre con los ojos cansados de llorar se las ingeniaba para parecer una señora muy seria y preocupada y para llorar de a ratos un llanto rabioso contenido mordiéndose los nudillos.

Galileo estaba sentado al lado de su hermano, de unos dos años más.

No hablaba y no miraba a su hermano.

Iba muy serio observando el movimiento de todos los demás pasajeros y sacando conclusiones muy interesantes y agudas sobre cada uno de ellos ,que guardaba para sí.

Algunas veces miraba a su madre y unas muy pocas se topó con la cara de su hermano.

Después de mirarlo se sentía muy culpable de ese deseo irrefrenable de que no estuviese ahí con ellos, total, mamá lloraba igual por papá muerto.

La verdad es que también sentía miedo.

Ni se acordaba del lugar adonde volvían, pero sabía que dejaban un país en donde se sentían orgullosos de vivir y en donde mamá les decía que había que dar gracias a Dios por la oportunidad concedida.

No quedaba nada.

Mamá le había prometido que estarían bien y que si papá no había sido capaz de cumplir, ella lo haría ,pero que ellos debían ayudar muchísimo.

Que iba a ser difícil, pero que había que sacrificarse, en esta prueba que el señor les ponía.

Que si bien papá había muerto, había que evitar hablar de él ,que callar y ser fuertes era lo mejor y sobre todo lo más correcto, aquello que los hacía lucir más valientes y más hombrecitos , el respaldo de mamá, su ayuda y su consuelo.

Dentro de unas horas tendrían que abrigarse , al llegar los esperaba el invierno.

Pensó que al tener que ponerse medias ,vería sus pies ,y le daba vergüenza , porque nada es más desagradable que los pies de la gente.

Le preguntó a su madre ,si al menos habría un coro donde ir, y la madre le prometió que haría todo lo posible por encontrarle un lugar en algo .

Lo puso contento saber que su madre quedaría conforme y que esta pequeña alegría aliviaría la gran pena que arrastraban y que debían ocultar por vergüenza.

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