viernes, 19 de marzo de 2010


Decidieron con unanimidad que tomarían clases de tango, contagiado el espíritu de esa necesidad más del alma que de las piernas que habían encontrado en esa milonga lasherina aquella noche.
Grimm, la morocha,Ipatia, Angel Cortez y la figura oscura de Galileo ,que en esa vida paralela había cambiado el atuendo deportivo por un raído blazer azul del cual nunca salía.
En la calle San Luis, en esos barrios que toleraban que florecieran prostitutas en las esquinas ,que mantenían latiendo edificios ruinosos a punto del derrumbe del final,que en vez de hoteles se nombraban pensiones ,por allí mismo,vivía el profesor.

Todavía agonizaba el zaguán .
Una de las hojas de la puerta mantenía un triste vitreaux monacal antiquísimo.
En la otra hoja ,se había imitado con esmalte sintético el pobre vitrraux ,como burla a la rotura y a la muerte del compañero que se estimaba inseparable.
Grotesco,cruel y colorido.

El profesor vivía en esa pensión , donde se le permitía dar clases de baile, para ayudarlo a pagar los servicios .
Era el profesor un hombre de mediana edad.
Morocho de piel clara y rasgos regulares.
El cabello corto e indespeinable.
Pantalón de vestir oscuro y zapatos de baile relucientes.
Una remera blanquísima que no desentonaba y que lo mostraba agradablemente estético.
Delgado ,no muy alto,ronroneaba al hablar.
La fortuna había logrado romper el radiograbador infame y conseguir un viejo combinado enorme, muy lustrado y pretencioso en sus detalles de terciopelo rojo que se encargaría de desenrrollar los tangos magistrales de los surcos del long play.

Una voz potente e interior paralizó a Grimm que supo que nunca jamás podría bailar un tango, que los sufriría con amor paralizado.
Galileo ya consideraba suya a la morocha y Angel Cortez volvió a los brazos de Ipatia con quien habían tenido una larga e infructuosa relación.
Otras parejas servían de relleno para imaginar el patio.
Los hombres de un lado ,las mujeres del otro.
Alternativamente el profesor mostraba los primeros pasos e iba corrigiendo hasta las actitudes con psicológico ojo.
"Esto no es fútbol caballero,mejore la actitud y la postura."
"Ese que tiene enfrente es su hombre deseado a quien se rinde,señorita,deje de insultarlo con esa mirada"
Al final casi de las dos horas,se los instó a intentar bailar esos sencillos primeros pasos.
Sorprendentes en prolijidad, técnica y gracia, Angel Cortez e Ipatia no equivocaron en nada.
Con entusiasmo y alegría el profesor los bautizó "los suizos".
Galileo en cambio tuvo una transformación .
Como pareja la morocha se tornó invisible,solo la excusa del abrazo a un volumen que no puede obviarse en esta danza.
Galileo era emoción, pasión ,locura y los demás se contagiaban de solo verlo.
Al profesor se le hizo un nudo en la garganta y bajó la cabeza en señal de respeto ya que un elegido los estaba visitando.
Grimm en un rincón soltó el copón de tinto y escribió :


En el misal de la milonga al tango se le hace una liturgia digna de su categoría. Comienza la ceremonia con serias caras, cuerpos entregados, prohibido conversar, cuatro piernas que conjugan movimientos dictados por el cerebro en busca de la belleza, tocando la nostalgia, el recuerdo, la tristeza y el olvido, hasta emborracharse de emociones


Siempre cuando conjuga una frase exacta o un fragmento en su locución tanguera, tiene que acompañar el movimiento con otros que le hagan pareo, para respaldarlo, es como buscar el apoyo, donde levante el pilar de protección, buscando el proceso evolutivo de la creación.


Su baile es una conjunción de formas, en busca de la belleza, hecha con un accionar de recursos naturales, ora se deslizaba sin tocar el suelo, otras veces lo acariciaba, hasta que irrumpía en el "giro" que lo describía dándole un sentido egocéntrico, como si fuese el mago del equilibrio en persona.


Los ojos que la miraban se dilataban. en sus orbitas viendo sublimadas las formas exquisitas, sin perder detalle, de sus ajuste y equilibrio, en la armonía real de los movimientos.

La piel se erizaba al seguir el curso de su deslizamiento, que se trocaba, ora en sueños ora en mensajes, describiendo con exactitud matemática, los arabescos que le dictaba su imaginación, al compás y ritmo perfectos de la música que danzaba, superando con el mensaje coreográfico, la concepción M adre del decir del tango.

Qué bailarín que emociona, por la manera de expresarse, porque es tan simple, tan sencilla, tan comunicativa, que . en la formas del decir eran perfectas.

Los ojos . viendo sublimadas las formas exquisitas, sin perder detalle, de sus ajuste y equilibrio, en la armonía real de los movimientos.

Grimm dejó estos parrafos sostenidos en un papel debajo del pie de la copa vacía.

Y nunca más se supo de él.

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