lunes, 12 de abril de 2010

cansancio


No daba más.
No era la falta de aire conocida de siempre ,ni el segundo esfuerzo que se logra con la concentración.
Las voces se hicieron lejanas y todo se puso blanco...
Galileo se había desmayado llevando en los hombros esa cruz de madera que servía para recordar la crucifixión de Cristo.
Aunque existen las cómodas y livianas estampitas,nada más paquete y clásico que setenta kilos de perfumado roble del sur.
Era domingo,con su grupo ..." pan y sangre " (digámosle de algún modo) habían planeado llevar una cruz a la cima de unos de los cerros del Cordón del Plata.
Cada uno con una razón distinta
Unos por la fé admitida y sentida.
Otros agradecidos a los seguidores de la iglesia católica en la rama del Opus Dei ,porque habían sido salvados de unos episodios confusos y el buen empleo que todos ansiaban les quedaba asegurado por los siglos de los siglos amen.
Otros por que queda muy bien para el qué dirán social.
y Galileo por la segunda,por la tercera y por mi culpa , por mi culpa ,por mi gran culpa de ocultar mis noches a la princesa ,que vestida de triste beige Columbia legítimo dos talles más grande,el pelo rubio ceniza,la piel bronceada era elegantemente una mujer engamada en los colores y ensartada en las mentiras sin ningún otro ensarte que la hiciese impura.

Galileo había caído pesadamente en el mundo físico un poco más suave que en el mundo de la mentira y la lascivia.
Mientras yacía en el mundo físico con su físico noqueado,a mitad de camino entre la punta del cerro y la grata llanura,la princesa y un eslavo grandote le hacían compañía y le daban sorbitos de agua con azúcar, con ánimos y preocupaciones mezcladas.
A lo lejos la cruz subía sobre otros hombros para acercarse al cielo sin tirar un pequeño milagrito al pobre Galileo por mentiroso .
Galileo pensó muy ofendido con la cruz :¿no sería mejor recordar a Jesus en las Bodas de Canáa haciendo aparecer litros y litros de vino del bueno en una fiesta?,pero se quedó callado por miedo a que a la cruz se le ocurriera un correctivo .

No podía más.
No daba más ,que es el resumen de todo,ya escrito en el escueto comienzo de estas letras.
Bajaron y regresaron a su casa ,después de los mimos y el tecito dulce de la princesa, y los agradecimientos al eslavo por fin se quedó solo.
Puso entonces una costeleta en el calor oscuro de la plancha que venía calentando desde hacía largos minutos y cuando pudo dar la vuelta a la carne sanguinolienta tapó las quemaduras que ahora respiraban con una compresa de dos huevos a los que le puso sal ,pimienta y un ajito picado.

El hermano que aun vivía por designio divino e indecisión de Galileo ,pasó corriendo cerca ,juntando las rodillas y diciéndole que era un animal,un asqueroso que comía cádaver.

"Cádaver de vaca como consuelo por no tener el tuyo ,reputo ",murmuró paciente y cansado.
Galileo ya no se avergonzaba de la homosexualidad de su hermano sino que le molestaba profundamente su histeria y sus largo baños de inmersión que lo obligaban a mearle las aromáticas de las macetitas blancas en el patio sin luz y en pleno invierno.

Volvió a la cama y se durmió con el plan de la mañana siguiente.
Le dijo a la princesa al otro día que un mal en los testículos lo aquejaba y que debía guardar reposo unos cuantos días, un mal poco común pero curable que ya se había visto en algunos parientes lejanos.
La princesa no se encaramaría en su árbol genealógico,ni husmearía en sus partes privadas y su madre inmersa en su depresión ni se daría cuenta que hacía días su versión estudiosa y deportiva yacía como deshuesada en la cama y que por las noches ese tipo oscuro de blazer azul y raído salía peinado y oliendo a lavanda.

Pero a partir de esas noches,mientras abrazaba el cuerpo curvilíneo ,voluptuoso ,lleno de deseo de la estúpida morocha, descubriendo que no se cumplía siempre lo de la rubia tarada y la morocha pensante,viendo con pena infinita que hay morochas muy tontas, y que el sexo no necesita seso, igualmente, aunque ella no entendía su pesar ,él empezó a quejarse como en un tango o una letanía, de esa debilidad que demostraba en la necesidad de dormir un tercio del día cada día.

Mucho,demasiado pago a Morfeo a cargo de alguien que necesitaba vivir un poco más.
Se odiaba por dormilón y porque esa licencia que había logrado por enfermedad estaba por expirar y a la vez seguía estando tan cansado que no se le ocurría algo nuevo para emparchar el agujero que dejaba con su ausencia en los sudados e inútiles ascensos a esos cerros de mierda con parte de la grey y la princesa beige.
A la vez empezaba a odiarse en algunos aspectos de su placentera nueva vida de recio bailarín,fruto inequívoco de una vocación profunda.
Y eso que aun no notaba que Cortez ,siempre perfecto, inmune estaba a esos cansancios terrenales ,plastificado en un aura de energía pura , clara ,a estrenar a cada instante.

Cuando lo descubriera se odiaría no solo por haragán,débil sino que vería que además ser envidioso le salía a raudales y lo enfermaba más .
"Vida de mierda y la reputa madre que me parió" ,era estadísticamente la frase que más repetía Galileo desde los nueve años.

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