jueves, 28 de enero de 2010

mentiras II

la voluntaria inclusión de una ruptura en el continuum
manipulando la realidad involucra a los otros actores
obligandolos a improvisar adoptando posiciones ante lo inesperado
esta voluntaria, no accidental inserción de un elemento inesperado
produce un hecho artistico

alguien esta imaginando esta escena, desde cualquier lugar, describe minuciosamente el hecho y sus actores

al autor de la ruptura emitiendo olor a adrenalina esperando el momento oportuno para la suelta del gas, el sudor que corre por la espalda del hombre de traje que enfrentara a su cliente en unos minutos, los ojos fijos en el indicador de los pisos de un señor mayor, un desaliñado con la mirada perdida en el culo de la otra, que solo piensa en ese momento en quitarse los zapatos hasta sentir el penetrante olor a pedo
el rupturista subrepticio es dueño en ese instante del pensamiento de todos, ha conseguido que cuatro personas esten focalizadas en un unico objetivo, terminar ese viaje de una puta vez, habiendo conseguido demostrar al resto que ellos no han sido los terroristas

quien piensa la escena, ha sido alguno de estos personajes (ahora convertidos en personajes)
ha estado alli
la escena esta construida de realidades y mentiras en partes iguales, o a lo mejor, no son mentiras sino simplemente realidades descontextualizadas, mezcladas no batidas, como un buen vodka martini, el relato actua, no como autobiografico, pero tiene un efecto catartico, aliviana la conciencia del autor de un buen par de piedras, tal vez no criminales piedras, pero seguramente molestas


un lector externo, un tercero, solo recibe la información que esta descripta
un lector externo, completa la historia
es posible que perciba un crimen entre lineas, o quizas no vea nada mas alla de lo descripto
encontrara a su propio culpable
lo bueno,

es que a lo mejor su culpable ,

es más culpable que el de el autor aunque este lo haya visto acuchillando enloquecido


Libre resemantizacion de los dialogos entre El Gloria y una tal Condesa Bathory, por el Señor Profesor La Preglia

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